Contando con personas para contar aves

Este artículo fue publicado por primera vez en el boletín de Manomet de abril.

Mi primera experiencia con la “ciencia ciudadana” llegó a una edad temprana, en mi adolescencia, cuando comencé a participar del conteo mensual de aves playeras y de caza en “mi” localidad, Farlington Marshes en Langstone Harbour (un sitio de importancia internacional para las aves playeras y de caza en la costa sur del Reino Unido) A principios de la década de 1950, fue en Farlington Marshes donde un grupo de voluntarios (incluyendo a mi padre) ayudaron a crear uno de los primeros sistemas de monitoreo de aves del país a través de la ciencia ciudadana. Hoy en día, alrededor de 3.300 voluntarios ayudan a registrar cambios en las poblaciones de aves acuáticas y aves playeras a través del monitoreo mensual en más de 2.800 sitios en el Reino Unido—una evolución significativa tanto en escala como en potencia de cálculos numéricos, pero aún depende del mismo compromiso de los observadores de aves que ofrecen voluntariamente su tiempo para contar las aves.

Adelantando 35 años, mi trabajo diario—ayudar a los socios locales a manejar “sus” sitios para las aves playeras—depende de los datos recopilados por voluntarios. Sin los datos de conteos de aves playeras en los sitios de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN, por sus siglas en inglés) y de otras localidades, no podríamos estimar el tamaño poblacional ni registrar las tendencias poblacionales de estas aves; no podríamos identificar si un sitio es de particular importancia o no; y se nos haría difícil monitorear y medir la efectividad de nuestras acciones de conservación. Por supuesto, algunos datos pueden ser recopilados por “profesionales”. Pero ofrecer una conservación efectiva para un grupo de aves que se mueve a lo largo del hemisferio requiere la recolección de datos en una escala que solo es concebible a través de la movilización de un “ejército” de voluntarios.

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Foto de la izquierda por : Tabaré Barreto. Derecha: Contando aves en Playones de Catarina, Nicaragua. Foto: Erika Reyes.

Los datos del Censo Internacional de Aves Playeras (ISS, por sus siglas en inglés) respaldan la identificación de muchos sitios WHSRN. Pero en años recientes, la Oficina Ejecutiva de WHSRN ha utilizado cada vez más censistas voluntarios de aves playeras para ayudar a responder preguntas que están fuera del alcance del enfoque de monitoreo de migración de ISS. Por ejemplo, América Central ha sido ignorada por mucho tiempo como un área potencialmente importante para la invernada y la reproducción de aves playeras. Para ayudar a abordar esto, la Oficina Ejecutiva de WHSRN ha estado apoyando el Censo Centroamericano de Aves Acuáticas durante los últimos cuatro años. A través de esta iniciativa, más de 150 voluntarios cuentan aves playeras y acuáticas en aproximadamente 200 sitios en los siete países de América Central y en el sur de México. Los resultados hasta la fecha han incluido la identificación de 12 sitios de importancia internacional para la conservación de aves playeras.

El censo regional en América Central se ha complementado con búsquedas más específicas, como conteos simultáneos de aves playeras en el Golfo de Fonseca, movilizando equipos de voluntarios para contar aves playeras alrededor de 70 localidades en los tres países (El Salvador, Honduras, y Nicaragua). Estos conteos han revelado que el Golfo de Fonseca es de importancia internacional para poblaciones de al menos siete especies de aves playeras, incluyendo los conteos de más del 30% de la población de la costa del Pacífico del Chorlito Picogrueso (Charadrius wilsonia). De particular interés han sido los 16 avistamientos de Ostrero Americano (Haematopus palliatus) anillados inicialmente en la costa este de los Estados Unidos de América—la primera evidencia de que parte de esta población migra regularmente fuera de los EE.UU.

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Foto: Gabriela Tavella

Recientemente, la Oficina Ejecutiva ha recurrido a voluntarios para enfrentar desafíos aún más ambiciosos, como estimar las poblaciones de aves playeras utilizando los 11.000 km de costa desde el norte de Perú, alrededor del Cabo de Hornos hasta el sur de Brasil. En enero 2019, 532 voluntarios contaron aves playeras en un total de 300 sitios, cubriendo casi 1.000 localidades y registrando 128.462 aves playeras de 47 especies. Los resultados se están analizando actualmente para generar estimaciones poblacionales e identificar sitios clave previamente desconocidos para las aves playeras.

Los voluntarios también han sido clave en dos esfuerzos de conteos recientes: un censo de aves playeras principalmente en los lagos salinos del Altiplano, y un conteo de la población invernal del Falaropo Tricolor (Phalaropus tricolor). El Altiplano es una meseta de alta elevación en la parte más ancha de los Andes, con una elevación promedio de 3.750 m (12.300 pies). Se cree que es un área de invernada clave para las aves playeras que se reproducen en América del Norte, además de un área reproductiva clave para muchas aves playeras restringidas a América del Sur. Pero, ¿cómo descubrir si ese es el caso? La respuesta: Movilizando a 20 equipos de voluntarios para realizar un conteo casi simultáneo en más de 250 lagunas. A inicios de febrero 2020, 85 valientes participantes registraron un total de 250.367 aves playeras de 29 especies. Para complementar el censo del Altiplano, en febrero 2020 también se realizó un conteo simultáneo en las lagunas de tierras bajas de Argentina, con 108 voluntarios que visitaron un total de 449 sitios en 17 provincias, registrando 456.271 aves playeras de 28 especies. Los resultados de estos dos censos aún se están analizando, pero juntos proporcionarán la primera estimación de la población invernal del Falaropo Tricolor, además de identificar nuevos sitios prioritarios y así implementar acciones de conservación para salvaguardar ésta y otras especies de aves playeras.

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Rob e Hijo en salida a contar aves

Si bien las ganancias a corto plazo de los esfuerzos de conteos liderados por voluntarios son claras—la identificación de sitios clave y estimaciones poblaciones—su mayor valor son los “beneficios heredados”, los conjuntos de datos a largo plazo que permiten registrar tendencias durante generaciones, tanto de aves ¡como de humanos! Mi primera incursión en la ciencia ciudadana se agregó a un conjunto de datos que ya tenía casi 40 años. Mi hijo menor ahora está dando sus primeros pasos como científico ciudadano, participando en censos de aves playeras en el sitio WHSRN Bahía de Asunción. Si bien actualmente solo tenemos 20 años de datos de aves playeras en ese sitio, esperamos que él y las generaciones futuras sigan contando aves playeras allí por 50-100 años (y con suerte, ¡yo también!).

Foto de portada: Gabriela Tavella