Un Día en la Vida del Zarapito Esquimal

El 21 de abril se celebró el Día Internacional del Zarapito – una iniciativa para crear conciencia sobre la difícil situación de los zarapitos (Numenius), y para celebrarlos como aves icónicas de lugares salvajes, húmedos y evocadores: estuarios, laderas de montañas, páramos, praderas y costas. De las ocho especies de zarapitos del mundo, cinco son consideradas globalmente en riesgo de extinción de acuerdo a la Lista Roja de IUCN, y dos de ellas posiblemente ya se han extinguido. Con motivo de esta celebración y para recordar el estado crítico de los zarapitos a nivel mundial, compartimos un relato personal sobre el último avistamiento registrado del Playero Esquimal (Numenius borealis) realizado por Pablo Michelutti, guardaparque de Mar Chiquita, Córdoba, Argentina. En palabras de Pablo:

Al norte de la localidad de La Para, la costa de la laguna Mar Chiquita adopta una fisonomía particular; barrancas de hasta 14 metros de alto, extensas playas de arena, montes de cardonal y abundante fauna nativa hacen de éste un sitio con un paisaje único que lleva el nombre de un antiguo propietario: “Mare”. Décadas atrás, en este sitio se desarrolló un pequeño asentamiento e incluso fue un destino turístico en el que se llegó a construir un hotel de características avanzadas para la época y la región, del que hoy sólo quedan las ruinas.

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La costa de Mar Chiquita en la zona de Campo Mare es una de las pocas con playas de arena y relictos de bosque nativo. Foto: Marcela Castellino.

Como parte de mis actividades regulares de control y relevamiento ambiental en la reserva, visito el área al menos una vez por mes. El día 13 de octubre de 1990, al llegar al lugar me sorprendió no observar aves en sus costas. Sí se escuchaban disparos de un arma de fuego hacia el este. Mientras me dirigía hacia allí, iba recogiendo los ejemplares abatidos de diferentes especies de aves acuáticas, como teros y patos. Eran tantos que llegó un momento en que no pude cargarlos más.

Finalmente di alcance a tres personas, estando una de ellas armada con una escopeta, las cuales se sorprendieron ingratamente de mi presencia y ante mi requerimiento por su accionar no supieron dar explicaciones. Los disuadí para que se retiraran, y continué caminando hacia el extremo de la península. A continuación, me dirigí hacia el oeste, en donde pozos artesianos que eran parte del antiguo hotel habían formado una laguna rodeada de médanos y cercana a la costa.

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Izquierda: Pablo Michelutti, guardaparque de Mar Chiquita por mas de 30 años, durante una de sus salidas recientes para un conteo de aves playeras.Photo: Yanina Drueta. Derecha: Las barrancas formadas por paleomédanos en la zona de Campo Mare pueden llegar a medir hasta 14 metros de altura. Foto: Matías Michelutti.

En esta laguna pude ver que se agolpaban todas las aves que no había visto a lo largo de la costa a causa del disturbio. Entra ellas, en el borde superior, se encontraban cuatro ejemplares de aves playeras que por su forma, coloración y tamaño era la primera vez que las observaba. Me encontraba a unos veinte metros de distancia y por la actitud de estas aves, como dispuestas a emprender vuelo en cualquier momento, me tiré sobre la arena a fin de exponerme lo menos posible. Contaba con unos prismáticos 8×50, y con todo el tiempo del mundo procedí a observarlos, describirlos y dibujarlos. Los individuos eran de color pardo en su dorso, claro en sus partes inferiores, corona parda, notable ceja blanca, pico mediano a largo y de color oscuro, con patas grises. Tomé la mayor cantidad de datos posible en mi libreta de campo, comparándolos principalmente por su tamaño con Teros Reales (Himantopus mexicanus) y pitotois (Tringa sp). Al incorporarme, las aves emprendieron vuelo no emitiendo ningún reclamo.

De las especies que residen y/o visitan el sitio, la más semejante sería el Batitú (Bartramia longicauda), pero éste es de menor tamaño y en su coloración de reposo que observamos aquí es más barreada, su cuello es más largo, el pico es mucho menor y el tamaño del cráneo es menor. Además, raramente he observado a esta especie en playas, pero si frecuentemente en campos de pasturas nativas e implantadas. Dado que para la fecha en la que realicé este registro el Playero Esquimal ya era considerado prácticamente extinto, tuve sumo cuidado sobre qué hacer con el registro. Consulté previamente a especialistas, entre ellos al naturalista (e ilustrador de la guía de campo Aves de Argentina y Uruguay) Darío Yzurieta quien por entonces residía aquí, además de toda la bibliografía a la que pude acceder, llevándome un buen tiempo el decidir su publicación o no.

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Pablo Michelutti, guardaparque de Mar Chiquita por mas de 30 años, durante una de sus salidas recientes para un conteo de aves playeras. Foto: Hugo Giraudo.

Al menos estos pocos individuos pudieron agregar un día más a sus vidas – es probable que mi llegada los haya salvado de las manos desaprensivas de los predadores. Por suerte, hoy son más las personas que disfrutan de este sitio respetando la naturaleza del lugar, ocupándose además de proteger y difundir las bellezas y la diversidad del sitio y las especies que lo habitan. Desafortunadamente, es muy probable que el Playero Esquimal ya no se cuente entre ellas.

Pablo Luis Michelutti – Guardaparque y representante por Mar Chiquita en el Consejo Argentino de la RHRAP.

Foto de portada: Dibujo de los cuatro individuos de Playero Esquimal realizado por Pablo Michelutti el día del registro. Ilustración de Pablo Michelutti.