En el suroeste de Colombia, hay una comunidad de 2200 personas que comparten la costa con la mayor concentración de aves playeras del Pacífico colombiano. En 2009, el Delta del Río Iscuandé fue designado como el primer sitio de importancia regional de aves playeras de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP) en Colombia, y es hasta ahora el único sitio en el país con esa distinción. En 2004 la comunidad del Delta del río Iscuandé estableció el Consejo Comunitario de Comunidades Afro-Colombianas con el fin de proteger sus derechos colectivos de propiedad, preservación de su identidad cultural, y guiar la forma de manejar y proteger los ecosistemas y los recursos naturales en el estuario.
El sitio de la RHRAP fue designado porque alberga más de 1% de las poblaciones hemisféricas de Chorlito gris (Pluvialis squatarola), Becasa pico corto (Limnodromus griseus), Chorlito piquigrueso (Charadrius wilsonia), Chorlitejo semipalmeado (Charadrius semipalmatus), Playero occidental (Calidris mauri) y Playero semipalmeado (Calidris pusilla).
Gracias al trabajo permanente y articulado con esta comunidad, la Asociación Calidris socia de la RHRAP, firmó en 2011 con el Consejo Comunitario un Acuerdo de Conservación de Bosque de Manglar. El Acuerdo está orientado a mantener los bienes y servicios ambientales de las 14.000 hectáreas de bosque de manglar y planos lodosos bajo el manejo del Consejo Comunitario.
El bosque de manglar en la bocanda de Iscuandé. Foto: Asociación Calidris.
Como parte del Acuerdo, la Asociación Calidris involucró a la comunidad local en actividades de ciencia ciudadana, algo excepcional para un territorio rural y apartado como este. Los monitores locales son seleccionados por el Consejo Comunitario a través de un proceso colaborativo, y son entrenados por el equipo técnico de la Asociación Calidris. Esta iniciativa de ciencia ciudadana incluye tres proyectos de investigación interconectados, cada uno para ayudar a tomar decisiones más informadas para la conservación y el sustento de la comunidad.
El primer proyecto se enfoca en un bivalvo comestible llamado Piangua (Anadara tuberculosa). La población de Piangua ha disminuido notablemente, y ha sido declarada en peligro de extinción en Colombia. En 2014 se firmó otro Acuerdo para proteger las poblaciones de Piangua en el territorio del Consejo Comunitario. La comunidad se comprometió a no capturar, no vender y no consumir Piangua de tallas inferiores a 5 cm, (talla mínima permitida en Colombia). Se comprometieron también a establecer áreas de no uso temporal y participar en el monitoreo de las poblaciones de Piangua. Al ayudar con este monitoreo, ellos contribuyen al conocimiento local de su territorio y garantizan el cumplimiento del Acuerdo.
La cosecha de Piangua. Foto: Asociación Calidris.
El monitoreo ya ha hecho una diferencia para la población de Piangua. Antes del Acuerdo los cosechadores capturaban menos de 100 Pianguas por faena (4 horas) y todas de un tamaño de 4,5 cm. Ahora, un esfuerzo similar de capturas extrae 130 Pianguas por faena de tamaño promedio de 5,3 cm. Estos monitoreos han demostrado que la población de Piangua inmadura está en las zonas cercanas al mar, y que la mayoría de Pianguas son hembras, lo que asegura su reproducción. Al mejorar el entendimiento de la comunidad sobre el ciclo de vida de la Piangua, este monitoreo establecerá estrategias sostenibles de cosecha.
Izquierda: Buscando Pianguas en el bosque de manglar. Derecha: Midiendo el tamaño de un Piangua. Fotos: Asociación Calidris.
Cada dos años la comunidad también realiza monitoreo socioeconómico, se involucran jóvenes locales quienes se encargan de recolectar la información. Con este monitoreo es posible evaluar los medios de vida de la comunidad, salud pública y oportunidades de ingreso para la comunidad. Se espera que con esta información los líderes locales tomen decisiones que les permita mejorar sus condiciones actuales y aportar a la planificación del territorio.
Y qué sucede con las aves playeras? La Asociación Calidris ha liderado monitoreo de aves playeras en el Delta del Río Iscuandé desde 2008 en dos bajos de arena conocidos como La Cunita y Quiñónez. Estos sitios mantienen una larga concentración de aves playeras, que por los últimos cinco años han sido monitoreados por voluntarios locales tres veces al año (febrero, junio y octubre). Muchos de los voluntarios son jóvenes locales, quienes a pesar de tener las aves cerca toda su vida, solo a partir de su participación en el monitoreo han comenzado a notar las diferencias entre especies y los usos que éstas dan a los planos lodosos y los bajos de arena. Antes de convertirse en líderes del monitoreo, estos jóvenes percibían estas zonas del Delta como obstáculos para las lanchas, pero ahora saben que son las áreas de las que las aves dependen para alimentarse.
18 especies de aves playeras han sido registradas en el territorio del Consejo Comunitario del Delta del Río Iscuandé: una especie de ostrero (familia Haematopodidae) 3 especies de chorlitos o chiritas (familia Charadridae) 14 especies de playeritos (familia Scolopacideae). Foto: Lucia Arcila.
La información proveniente de estos esfuerzos de monitoreo contribuye a aumentar la apreciación que la comunidad local tiene del Delta. A medida que los voluntarios expanden su entendimiento de este complejo ecosistema, el valor que asignan al estuario aumenta también. Después de varios años de monitoreo, los patrones migratorios de aves playeras y requerimientos de hábitat son mejor comprendidos. La Asociación Calidris publicó una cartilla bellamente ilustrada presentando estos esfuerzos de ciencia ciudadana, y los resultados desde que el monitoreo inició. Está disponible para descarga aquí.
A través de los monitoreos de aves playeras entre 2012 y 2018, los científicos ciudadanos han registrado los conteos máximos en el Delta del Río Iscuandé: 35,000 Calidris mauri, 10.000 Calidris pusilla, 5.000 Pluvialis squatarola, 2.500 Charadrius semipalmatus y 2.300 Limnodromus griseus. También han documentado la reproducción de Haematopus palliatus y Charadrius wilsonia. Fotos: Lucia Arcila (Izquierda) y Asociación Calidris (Derecha).
En 2018, un nuevo grupo de 15 “investigadores comunitarios” comenzará el programa de capacitación para unirse a este impresionante esfuerzo de ciencia ciudadana y convertirse en defensores de la conservación de su estuario. La Asociación Calidris espera expandir el programa en el futuro, para vincular las escuelas locales, y usar este conocimiento para la buena gobernanza del Delta del Río Iscuandé.
El trabajo en el Delta del Río Iscuandé ha sido posible gracias a Conservación Internacional – Colombia, el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez de Colombia, Copper River International Migratory Bird Initiative (CRIMBI), el Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS) y la Ley de Conservación de Aves Migratorias Neotropicales (NMBCA).