Honduras: Integrando Producción de Sal y Conservación de Aves Playeras en el Golfo de Fonseca

Cuando durante la 7ta reunión del Grupo de Aves Playeras del Hemisferio Occidental en Paracas, Perú en 2017, se realizó el lanzamiento oficial del Programa de Becarios para Soluciones Costeras, pensé con gran entusiasmo que debía aplicar una vez se abrieran las convocatorias. La beca representaba una oportunidad única de resaltar la importancia del sector salinero en el Pacífico hondureño, un sector con el cual comparto un vínculo muy fuerte. Soy la tercera generación de una familia de productores artesanales de sal ubicados en la ciudad de San Lorenzo, en el departamento de Valle. San Lorenzo es una ciudad costera que colinda con el área protegida: Bahía de San Lorenzo, que es parte del Sistema de Humedales de la Zona Sur de Honduras (Sitio Ramsar 1000).

Yo crecí admirando a los incansables trabajadores salineros, recuerdo despertar con el amanecer para recorrer la finca familiar y observar cómo temprano por las mañanas se iniciaba la recolección del llamado “oro blanco”. Así fue como comencé a comprender que la producción salinera, no solo beneficiaba a las familias de la comunidad, sino que también brindaba a muchas especies animales un hábitat único. Entre ellas las aves playeras, de las que comencé a aprender e identifiqué los sitios dentro de la salinera donde se alimentan, descansan y se reproducen.

Luego de mis acercamientos a estas increíbles aves, quería que todos conocieran sobre la producción de sal y vieran que tenemos una visión diferente, convertir a esta pequeña salinera en un modelo a seguir, ser un santuario para diversas especies que hoy viven en ella y, principalmente, enseñar a los productores que sus fincas son aún más valiosas por lo que aportan a la biodiversidad de nuestro país.

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Izquierda: Julia cuenta aves playeras durante uno de los monitoreos regulares. Derecha: Vista aérea de la finca salinera de la familia de Julia. Foto cortesía de Julia Salazar

Gracias al proyecto Sal para la Conservación que comencé en 2012 en la salinera, hemos recibido a más de 3000 estudiantes de escuelas, colegios y universidades, así como a fotógrafos, turistas y aficionados de la observación de aves. Para mí ha sido un proceso de gran aprendizaje y sobre todo un proyecto que me abrió las puertas al mundo de la conservación de las aves playeras, como siempre digo: me ha llevado a volar lejos. En 2020 ingresé al equipo de la Oficina Ejecutiva de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras RHRAP / WHSRN (por sus siglas en inglés), donde como especialista en Sal y Aves playeras, comencé a identificar mejores prácticas para implementar en los procesos productivos de la sal y explorar diferentes alternativas económicas para los productores artesanales e industriales. Durante este tiempo también realizamos monitoreos de aves para comprender, identificar y aprender cómo las aves playeras se benefician de estos hábitats creados por el hombre.

Todo esto me llevó a escribir el proyecto que este año iniciaré con el apoyo del programa de Becarios para Soluciones Costeras. En este proyecto nos enfocaremos en pilotear algunas prácticas amigables con las aves playeras en 78 fincas salineras. Este proyecto también ayudará a determinar el alcance geográfico de la producción de sal en San Lorenzo. Se realizarán monitoreos de aves playeras en la Bahía de San Lorenzo y zonas productivas, para comprender mejor la abundancia de aves en el sitio y generar información que apoye la nominación de un nuevo sitio RHRAP / WHSRN para Honduras.

Durante este proyecto de dos años, también implementaremos pilotos de alternativas económicas como el aviturismo en las salineras, creáremos alianzas entre los actores gubernamentales, co-manejadores del área protegida, el sector turístico, Aves de Honduras y otros actores importantes, para promover la conservación y protección de las aves playeras y sus hábitats en el Pacífico hondureño.

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Izquierda: Julia señala algunas aves playeras a visitantes de la salinera de su familia. Derecha: Aves playeras alimentándose en aguas someras en un estanque de sal. Foto cortesía de Julia Salazar

Un parte importante y fundamental del proyecto será capacitar a los productores de sal de San Lorenzo sobre la importancia de los ambientes naturales y los beneficios que reciben del Golfo de Fonseca y así comenzar con una campaña de orgullo para comprender la percepción cultural de la sal en esta zona.

Creo fuertemente que este es un proyecto que no solo resaltará la importancia del Golfo de Fonseca para las aves playeras, sino que logrará integrar a los sectores productivos en la conservación y rescatar ese valor cultural que tiene la producción de sal en Honduras. Quiero resaltar el apoyo de WHSRN  / Manomet que desde un inicio mostraron gran interés por apoyar mi proyecto. También voy a tener la oportunidad de compartir experiencias y colaborar con un increíble proyecto: SALARTE que se ha dedicado a apoyar el desarrollo de actividades de transferencia de capacidades asociadas a la conservación, gestión y puesta en valor del patrimonio salinero y de los humedales costeros a lo largo del Mediterráneo. Esta iniciativa ha sido reconocida con premios medioambientales y sociales, fruto del desarrollo de proyectos internacionales como Saltpan Recovery Project, Saltpan Initiative o MedArtSal, desarrollados con BirdLife International, Vogelbescherming, Mava Foundation y la International Union for Conservation of Nature (IUCN) en salinas europeas, africanas, americanas y de Oriente.

Es importante resaltar a los actores principales de esta nueva historia que está por comenzar, los productores artesanales de sal y la Asociación Nacional de productores de Sal de Honduras (ASPROSALH). Va a ser para mí una experiencia grata compartir mi conocimiento y apoyar al crecimiento sostenible del rubro salinero y que podamos establecer con este proyecto un modelo para que otros sitios productores de sal integren la conservación de las aves playeras en sus procesos.

Foto de portada: Recorridos por los diques entre los estanques de sal para supervisar la producción de sal. Foto: Julia Salazar