Contando Falaropos en Argentina: el desafío de conocer más acerca de esta especie

Este artículo fue publicado primero en el Shorebird Science Blog de Manomet

Visitar humedales y lagunas saladas y salobres de Argentina en búsqueda de falaropos fue durante muchos años un gran deseo personal, alimentado por la curiosidad de saber cómo se dispersan en el país y de qué sitios dependen. Hace más de ocho años que trabajo con la especie, por lo que los falaropos ya son parte de mi vida. Aunque debo reconocer que nuestra relación ha pasado por altos y bajos, ya que al menos en sus sitios de invernada trabajar con falaropos representa todo un desafío. Durante años pusieron a prueba planes, recursos, metodologías, estrategias, presupuestos…y mucha paciencia, principalmente por parte de familia y amigos, que muchas veces han sido mis voluntarios de campo forzados y han experimentado en carne propia los desafíos de trabajar con estas pequeñas aves.

En junio de 2019 participé en una reunión que convocaba a especialistas, conservacionistas y manejadores de sitios importantes para falaropos en Mono Lake, California. Yo había atravesado un par de meses complejos, en los que sentía que las posibilidades de seguir trabajando con la especie eran cada vez menos. Fui a la reunión con el objetivo de compartir todo lo que había aprendido durante mi trabajo con el Falaropo Común en Argentina, pero debo reconocer que tenía pocas expectativas, no pensé que participar en esta reunión representara un cambio significativo en cuanto a mi trabajo con la especie. No podría haber estado más equivocada.

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Un grupo de falaropos común en un pequeño humedal en el sur de la provincia de Santa Fe, Argentina. Foto: Marcelo Romano.

Durante ese encuentro compartí dos días con personas que trabajan con la especie o en sitios en los que es abundante. Intercambiamos ideas, opiniones, experiencias y definimos una serie de acciones prioritarias que guiarían los próximos pasos como grupo. Así nació el Grupo Internacional de Trabajo de Falaropos. Rodearse con colegas que sienten la misma pasión y compromiso por la conservación de las aves playeras es la mejor inyección de optimismo y energía que cualquiera pueda recibir. Así, las dudas sobre la posibilidad de seguir trabajando con los Falaropos fueron desapareciendo.

Un tiempo después de esta reunión tuve la oportunidad de unirme a la Oficina Ejecutiva de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP – WHSRN por sus siglas en inglés) para trabajar por la vinculación y la conservación de humedales salados interiores y de las especies que de ellos dependen, enfocándome en los falaropos. Las acciones identificadas como prioritarias durante la reunión fueron importantes a la hora de definir cómo y sobre qué trabajar. La falta de datos actualizados sobre el tamaño de la población global y su tendencia poblacional eran prioritarios; sin datos concretos sobre estos puntos es imposible dirigir acciones de conservación efectivas para la especie.

Comenzamos a pensar en un censo en áreas no reproductivas, visitando la mayor cantidad de sitios posibles e idealmente, en simultáneo. Durante esta etapa, la mayoría de los individuos se concentran en dos áreas principales: lagunas saladas altoandinas de Argentina, Chile, Bolivia y Perú, y lagunas saladas en tierras bajas del centro y sur de Argentina.

Cubrir estas dos áreas era un enorme desafío. Sin embargo, la oportunidad llegó de la mano de otra iniciativa que estaban coordinando colegas de la Oficina Ejecutiva de la RHRAP junto al Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos (GCFA). El GCFA realiza periódicamente monitoreos en humedales altoandinos de importancia para las especies de flamencos presentes en América del Sur: el Flamenco Andino, el Flamenco Chileno y el Flamenco de James. Esto incluye monitoreos simultáneos en más de 200 sitios claves, cada cinco años.

En febrero de 2020 se llevaría adelante el Sexto Censo Simultáneo Internacional de Flamencos Altoandinos. Este año, la RHRAP participaría llevando adelante el Primer Censo Simultáneo Internacional de Aves Playeras. Gracias a este proyecto se recopilaría información sobre la importancia de estos lugares para las aves playeras, en una zona que por su complejidad no es monitoreada frecuentemente. Si lográbamos coordinar un censo en humedales salados de las tierras bajas de Argentina durante la misma ventana temporal, eso nos daría una cobertura nunca antes obtenida para el Falaropo Común. Nos pusimos a trabajar para hacerlo posible.

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Izquierda: Censo de falaropos en humedales salinos en Tierra del Fuego, en el extremo sur de Argentina. Foto: Tabaré Barreto Derecha: Los voluntarios intentan liberar el vehículo que se atascó durante el viaje de campo en Río Negro, Patagonia, Argentina. Foto: COA Tintica.

Argentina es un país con una extensión territorial considerable, quedando en el cuarto lugar dentro de los países americanos, por lo que cubrir la mayor cantidad de sitios posibles requería un importante esfuerzo a gran escala. La selección de sitios a censar fue a partir de una serie de criterios previamente establecidos con base en los hábitos de la especie. Con una lista de más de 300 sitios en la mano recurrimos al apoyo de Aves Argentinas y su red de clubes de observadores de aves para asegurar la mayor cobertura posible. Contactamos voluntarios, les asignamos sitios para ser visitados y los alentamos a que censaran todos los humedales que encontraran en su camino, para aumentar el área cubierta.

La metodología de conteo se basó en el protocolo de Censo Internacional de Aves Playeras (ISS por sus siglas en inglés), por ser una metodología simple y ya conocida por muchos de los voluntarios, pero también por ser la metodología que se iba a aplicar en los censos altoandinos mencionado anteriormente, lo que permitiría luego unificar todos los conteos en una única base de datos.

Luego de varias semanas de coordinación, finalmente estábamos listos para comenzar. Durante los diez días que duró el censo, se movilizaron más de 110 voluntarios de 17 provincias de todo el país, desde Formosa a Tierra del Fuego, aportando su tiempo y recolectando datos para responder a los objetivos propuestos.

A medida que pasaban los días comenzaban a llegar novedades desde diferentes puntos del país. Por ejemplo, llegar a muchos de los sitios fue todo un desafío. En algunos casos, por la presencia de candados y la ubicación de las lagunas dentro de propiedades privadas. En otros casos, por las distancias y la ausencia de caminos en buen estado. La región patagónica, con sus mesetas y estepas tan extensas e inhóspitas fue las más difícil de cubrir. Por suerte tuvimos equipos de voluntarios comprometidos y aventureros, algunos de los cuales recorrieron más de 2000 km. atravesando a la estepa en vehículos propios para llegar a los sitios asignados.

Muchos sitios se encontraban secos, incluso algunos que en el pasado habían tenido registros considerables de falaropos. La temporada de sequía tuvo un efecto evidente en este tipo de ambientes, disminuyendo la disponibilidad de hábitat para la especie y posiblemente favoreciendo su concentración en unos pocos sitios.

Sólo desde un par de puntos del país, Laguna Mar Chiquita y Lago Epecuén, llegaron datos de abundancias muy grandes de falaropos. Los voluntarios menos afortunados regresaron de sus viajes sin registrar ningún individuo. Pero todas estas observaciones son importantes; el dato cero es información valiosa que nos ayuda a entender mejor la distribución de la especie dentro del área de estudio.

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La inaccesibilidad de varios sitios significaba que los voluntarios debían ser creativos para contar falaropos. Foto: Marcelo Romano.

En la lista de sitios a censar había uno que se diferenciaba de los demás: la Laguna Mar Chiquita. Se trata de un extenso humedal salado que cubre más de 600.000 ha y está ubicado en la provincia de Córdoba, Argentina. Medio millón de falaropos en promedio utilizan este sitio durante el verano austral, en donde se concentran en la región noroeste de la laguna. Las aguas poco profundas y la salinidad más alta favorecen la presencia de invertebrados presa en esta zona que es prácticamente inaccesible tanto por tierra como por agua. Los números de falaropos para Mar Chiquita durante el censo simultáneo 2020 se obtuvieron a partir de un sobrevuelo durante el cual un observador con más de 20 años de experiencia en estimaciones en el sitio realizó los conteos, acompañado de dos fotógrafos que registraron las bandadas para respaldar esas estimaciones. Durante este sobrevuelo también se estimaron abundancias de flamencos, ya que Mar Chiquita también es importante para ellos (principalmente para los Flamencos Australes). Por esta razón, la laguna también está incluida dentro de los sitios censados regularmente por el GCFA.

Los diez días de censo pasaron rápidamente, y antes que pudiéramos darnos cuenta el esto por lo que tanto habíamos trabajado había terminado. El paso siguiente fue la recolección de datos tomados en campo y su análisis. En este momento, nos encontramos trabajando en una estimación actualizada de la población de la especie con base en los datos obtenidos en todos los sitios censados, tanto lagos altoandinos como de tierras bajas. También estamos recopilando información histórica de algunos sitios para poder evaluar tendencias. Toda esta información alimentará al Plan de Conservación de la especie y será útil para guiar acciones de conservación efectivas para el Falaropo Común en su área de invernada.

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Uno de los miles de falaropos que nadaban y se alimentaban en el lago Epecuen en la provincia de Buenos Aires. Foto: Carlos Servín

El censo no hubiera sido posible sin la participación de voluntarios. Intentar monitorear la población completa de una especie que se extiende en un territorio tan amplio requiere trabajar a una escala que solo es posible cubrir con la movilización de un «ejército» de personas. Además de generar bases de datos que serían imposibles de obtener de otra manera, la participación de voluntarios en iniciativas de este tipo ayuda a involucrar a las comunidades en la conservación de la naturaleza, a aumentar la valoración del patrimonio natural y facilita que más personas aprendan sobre la especie, aumentando el interés por la misma y favoreciendo, de manera directa o indirecta, su conservación.

La cantidad de información generada fue muy importante, y estamos muy conformes con el resultado. Gracias a estos resultados tendremos más y mejores datos para orientar nuestras acciones a futuro. Coordinar este censo fue para mí una experiencia de disfrute, de desafíos y de mucho aprendizaje. Sin lugar a duda espero que podamos repetirla en el futuro. Quizás en cinco años, uniendo nuevamente esfuerzos para contar Falaropos en el altiplano y las tierras bajas de Argentina, con la esperanza de encontrar que las acciones de conservación implementadas para la especie están siendo efectivas.

Foto de portada: Una bandada de miles de falaropos vistos desde el avión durante el conteo aéreo en el lago Mar Chiquita, Argentina. Foto: Matias Michelutti.