A lo largo de las Américas, la investigación y la conservación sobre las aves playeras revelan que existe más en el lodo – bueno, en los planos intermareales – de lo que parece a simple vista.
Por James Lowen
Con cautela, me desplazó con mis botas hacia la superficie resbaladiza, brillante, y gris-marrón de las marismas intermareales. O mejor dicho, me entierro en ella. A pesar que la presión es ligera, mi pie se hunde a través del sustrato viscoso. Al romper la superficie se revelan un lodo negro y pegajoso que se adhiere a mi pierna – y un hedor sulfúrico distintivamente penetrante que me da náuseas. Pero para un ave playera migratoria, ya sea en el lodo marino de Bahía Blanca en Argentina o en el estuario del río Fraser de Canadá, éste es el olor del éxito.
Durante la marea alta, los planos intermareales son invisibles porque están cubiertos por el mar. Pero una vez que la marea retrocede, el suelo desnudo queda expuesto. Aunque poco oxígeno penetra en el sedimento, éste está lleno de vida oculta adaptada para prosperar en los notables extremos diarios, alternando entre estar sumergido en agua de mar y luego expuesto al aire. Innumerables bacterias y materia orgánica en descomposición generan el olor característico de huevos podridos, mientras que las algas se congregan en la superficie, y el interior alberga moluscos, crustáceos, gusanos, y mucho más. Esta vida clandestina, unida a la saturación que se produce dos veces al día y que ablanda el sedimento lo suficiente como para que las aves playeras puedan explorarlo, es lo que hace que los planos lodosos sean estaciones poderosas de alimentación para millones de aves playeras en todo el mundo.
Plano intermareal expuesto en el sitio RHRAP / WHSRN Bahía de Fundy, Canadá. Foto: Laura Chamberlin.
Si nunca ha visitado un plano lodoso cubierto de aves playeras, se está perdiendo un espectáculo como ningún otro en el mundo de las aves. Durante la marea baja, miles y miles de aves playeras corren contra el tiempo – correteando, vadeando, o inclinándose a lo largo de la inmensa mancha fangosa antes de que llegue la marea, y el banquete sea cubierto por el agua hasta que ésta retroceda nuevamente. El regreso del mar empuja a las aves playeras fuera de las zonas de alimentación volando por encima de los planos de lodo – nubes de plumas gigantes, ondulantes, y brillantes, trinos en constante comunicación – hasta que localizan tierra lo suficientemente alta para esperar a que baje la marea para regresar a alimentarse.
En entornos costeros tranquilos – particularmente estuarios o bahías – los sedimentos se acumulan a medida que se reduce la energía de las olas. Con el tiempo, esta materia generalmente forma planos lodosos entre las marcas alto y bajo de los niveles de agua, particularmente donde las costas suavemente inclinadas coinciden con grandes rangos de marea y entradas significativas de sedimentos. Transportado por mares y ríos, el sustrato fangoso consiste principalmente de partículas finas – arcillas, limos, y arenas – la marisma resultante es mezclada cohesivamente con agua.
“Los mejores planos lodosos para las aves playeras”, explica Arne Lesterhuis, Especialista en Monitoreo y Conservación de Aves Playeras de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN, por sus siglas en inglés), “a menudo están alrededor de los estuarios, porque esas áreas son más suaves y, por lo tanto, más fáciles de probar, así como más ricas en invertebrados como resultado de los ríos que descargan sedimentos ricos en minerales y otro material nutricional”. Aun así, éste no es un hábitat con una “talla única”. Los planos lodosos pueden parecer uniformes para nuestros ojos sin experiencia, pero para un ave hambrienta hay lugares buenos y malos. Los sedimentos limosos retienen el agua durante más tiempo que los sustratos más porosos, lo que resulta en la acumulación de agua que puede ser explorada por las aves playeras durante más tiempo a medida que las mareas retroceden y los invertebrados permanecen accesibles y activos cerca de la superficie. Los sedimentos gruesos, como los fragmentos de grava y concha, interfieren con la detección y captura de presas porque son más difíciles de examinar para las aves playeras.
Algunos planos con influencia de la marea ocupan ubicaciones consistentes, mientras que otros son naturalmente dinámicos. La acción de las olas y las corrientes marinas empujan los planos lodosos en las Guayanas de uno a dos kilómetros hacia el oeste cada año, según el ornitólogo Arie L. Spaans. “Están cambiando constantemente”, coincide Oliver Claessens, ornitólogo de Guayana Francesa, “El ciclo completo – desde el mar hasta los planos lodosos y luego a los manglares, antes de regresar a aguas abiertas – generalmente toma de 10 a 15 años”. La morfología costera también crea variedad; los planos lodosos no son el paisaje exclusivamente bidimensional que su nombre implica. Mire de cerca y notará piscinas que se alternan con montículos, canales que se tejen entre estos, y una franja estrecha alrededor del nivel medio de marea alta donde el lodo es más firme y el flujo de agua escaso. En el norte de América del Sur, también existe una banda alrededor de la marca inferior del nivel de agua que tiene una textura similar a una gelatina. “Más agua que barro”, dice el ornitólogo Otte H. Ottema, que puede ser rico en crustáceos similares a los camarones. Tal zonificación crea microhábitats que las aves playeras explotan de diferentes maneras, lo que permite que 20 o más especies usen simultáneamente un solo plano lodoso.
Pero existe aún más en los planos intermareales de lo que percibimos a simple vista.
En las últimas dos décadas, ornitólogos han descifrado el secreto vital de los planos lodosos: la biopelícula. Una sustancia brillante y viscosa que barniza ciertos planos lodosos. La biopelícula está constituida por bacterias y algas unicelulares llamadas diatomeas que realizan fotosíntesis, generando carbohidratos de alta energía y ácidos grasos de cadena larga. Aunque durante mucho tiempo la biopelícula fue reconocida como un alimento importante para el zooplancton y peces especialistas, era desconocida en las dietas de los vertebrados terrestres. La biopelícula se descubrió en el estómago del Playerito Occidental (Calidris mauri), el cual se alimenta en Roberts Bank en el estuario del río Fraser de Canadá – su última parada antes de un vuelo de 1.000 kilómetros a sus áreas de reproducción en el Ártico
Biopelícula en Robert Banks, estuario del río Fraser (Canadá). Foto: Laura Chamberlin.
El descubrimiento explicó porqué vastas congregaciones de este playero ocurren allí al mismo tiempo cada primavera. Las aves tenían como objetivo este superalimento perfecto: uno que se encuentra rápidamente, predecible en lugar y tiempo, fácilmente colectado, almacenado de manera eficiente, y rápidamente metabolizado. Para el reabastecimiento veloz de combustible durante la primavera, la biopelícula resulta perfecta para impulsar vuelos migratorios urgentes – y ahora se considera que proporciona la mitad de las necesidades diarias de energía de un ave playera.
Las bandadas de aves playeras en algunos sitios de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN/RHRAP) son realmente inmensas. Cargadas de camarones de lodo (mudshrimp), gusanos de lodo (mudworms), y caracoles, los planos lodosos de la Bahía de Fundy en Canadá sirven como un punto de parada vital para dos millones de Playeritos Semipalmados (C. pusilla) – más del 30% de la población biogeográfica oriental. En una estadía promedio de 20 días en otoño, un playero duplicará su peso, las reservas de grasa resultantes lo impulsarán a través de lo que la investigación de Manomet ha revelado es un vuelo sin escalas de 3.000 kilómetros a zonas de invernada en el norte de América del Sur.
En la Bahía de Panamá, se han contabilizado 1,3 millones de aves playeras migratorias y un número similar de aves playeras utilizan la costa de Surinam, particularmente durante la migración hacia el sur. De hecho, se cree que Surinam alberga más de la mitad de las aves playeras costeras de América del Sur, contenidas en solo el 1,5% de la costa del continente. “Las costas de Surinam han estado repletas de aves playeras que se reproducen en América del Norte desde tiempos inmemoriales”, dice Spaans.
Muchos otros planos lodosos importantes marcan las costas del hemisferio occidental de las Américas, cada una de las cuales es un eslabón vital en la cadena migratoria. En general, las Américas albergan una cuarta parte de los planos lodosos intermareales del mundo, con un poco más en América del Norte que en el Sur. La mitad de todas los planos intermareales ocurren en solo ocho países, de los cuales tres (Estados Unidos, Canadá, y Brasil) están en las Américas. No es de extrañar que los planos lodosos sean un foco principal de los esfuerzos de conservación de WHSRN/RHRAP.
Los planos intermareales se están convirtiendo silenciosamente en uno de los hábitats más amenazados del mundo. Entre 1984 y 2016, una sexta parte de todos los planos lodosos intermareales desaparecieron: más de 20.000 kilómetros cuadrados. Ésta es una noticia terrible para las aves playeras migratorias que necesitan sustento. Imagínese conducir un automóvil a lo largo de los Estados Unidos, pero encontrar repetidamente estaciones de servicio cerradas u ofreciendo combustible limitado. Si el tanque se vacía, su viaje ha terminado – pero sigue viviendo. Sin embargo, para un Playerito Semipalmado cansado que migra hacia el Ártico encontrarse con una pared de concreto donde hubo un estuario causa indiscutiblemente su muerte.
Varias especies dependen de las marismas para reponer energía para soportar sus viajes migratorios de larga distancia. Izquierda: Zarapito (Numeius phaeopus) con un cangrejo en California. Derecha: Playerito Enano (C. minutilla). Fotos: Brad Winn
Las aves playeras amantes de los planos lodosos están sufriendo en todo el continente americano. En América del Norte, las poblaciones han disminuido en un 70% desde 1973. La población del Playero Rojizo (C. canutus rufa) de Tierra del Fuego disminuyó en un 75% entre 1985 y 2000. Se estima que el número de Playerito Semipalmado se ha reducido en casi un 30% en tres generaciones (estimada en 22 años). En Surinam, según el monitoreo de Otte H. Ottema, las poblaciones de Playerito Semipalmado disminuyeron en un 90% en una década, mientras que las de Pitotoi Chico (Tringa flavipes) disminuyeron en un 80% durante la década del 2000.
La destrucción o degradación de los planos lodosos es causada por la actividad humana. Las planicies intermareales no parecen gran cosa – una extensión deshabitada sin características que desafía las posibilidades o el involucramiento – y esta invisibilidad es la esencia misma de su problema. Los planos lodosos no le interesan a la gente de la manera en que lo hacen las montañas, o las selvas tropicales. Sofocante e inaccesible, estéticamente restringido y aparentemente interminable, este hábitat a menudo se deja desprotegido y vulnerable al desarrollo.
La infraestructura industrial y de transporte, la recuperación de tierras, y la construcción de bienes raíces destruyen el hábitat. Una séptima parte de la costa continental de los Estados Unidos ya ha sido “endurecida” por la construcción y puede crecer a un tercio este siglo. Peor aún, dice Lesterhuis, “la infraestructura costera a menudo se encuentra cerca de áreas de forrajeo de alta calidad para aves playeras, como los estuarios de los ríos”.
Los famosos planos lodosos de Roberts Bank están amenazados por la expansión propuesta de un terminal de contenedores en alta mar. Aunque la construcción no destruiría la planicie intermareal directamente, podría alterar la salinidad del agua, precisamente la calidad que influye en la biopelícula infundida con diatomeas necesarias para el vuelo efectivo del Playerito Occidental hacia el norte. Incluso el Ministerio de Medio Ambiente de Canadá ha reconocido que las consecuencias para las aves playeras podrían ser “potencialmente altas en magnitud, permanentes, irreversibles, y continuas”.
“Cuando se refiere a un ecosistema rico en el tipo correcto de biopelícula” observa Rob Clay, Vicepresidente de Rutas Migratorias de Manomet y director de WHSRN/RHRAP, “sencillamente no sabemos lo suficiente como para hacer un cambio irreversible”.
Izquierda: Miles de aves playeras en el sitio RHRAP / WHSRN Bahía de Fundy, Canadá. Foto: Julie Paquet. Derecha: Sitio RHRAP / WHSRN delta del río Copper, Estados Unidos. Foto: Erin Cooper.
El extenso catálogo de presiones a las que se enfrentan los planos lodosos es desalentador. El dragado para mejorar el acceso de los buques puede interrumpir el movimiento de sedimentos a lo largo de la costa y desacelerar la acumulación en otros lugares, lo que lleva a la erosión de los planos lodosos. Alternativamente, como en Bahía Blanca, Argentina, los sedimentos dragados pueden ser arrojados sobre las planicies intermareales para “ganar tierra al mar”, dice Pablo Petracci, de la Universidad Nacional del Sur.
Luego está el efecto del aumento del nivel del mar derivado del cambio climático. Modelando el impacto del calentamiento de 2°C durante el próximo siglo, los científicos proyectaron que cuatro de cada cinco sitios perderían del 20% al 70% de su hábitat intermareal actual – un nivel de pérdida que pondría en peligro la capacidad de los sitios para albergar el número actual de aves playeras. (Y eso es incluso antes de que se hayan tenido en cuenta los impactos en la biopelícula o la fenología de los invertebrados). La pérdida de planos lodosos productivos significa la pérdida de rutas migratorias completas – y de las especies que las utilizan.
¿Qué se puede hacer?
Además de salvaguardar hábitats importantes, las recomendaciones de manejo incluyen: proteger del dragado o endurecimiento costero a las entradas naturales; eliminar las barreras que impiden la formación de canales; proteger los procesos geomorfológicos naturales que ayudan a la renovación del hábitat; mantener una zona de amortiguamiento considerable alrededor de las planos intermareales para evitar su entierro; y evitar el vertido de arena (por dragado, por ejemplo) sobre sedimentos intermareales. Y hay motivos para el optimismo. Las autoridades de gestión costera de los Estados Unidos reconocen cada vez más los beneficios de mantener los procesos naturales del flujo de sedimentos para beneficiar los intereses residenciales, comerciales, y de biodiversidad.
El Manual de Conservación de Aves Playeras de Manomet aconseja , la toma informada y holística de decisiones y técnicas de manejo para generar resultados positivos con ingeniería costera. Desde su experiencia en Bahía Blanca, Petracci está de acuerdo, explicando que “WHSRN/RHRAP ahora es parte de la gobernanza local, con decisiones sobre dragado, canales, y la industria pesquera tomadas conjuntamente, siempre que sea posible”.
Becasa de Mar (Limosa haemastica) en el sitio de la RHRAP Bahía Blanca, Argentina. Foto: Pablo Pertacci.
A través de WHSRN/RHRAP, las organizaciones están identificando e implementando soluciones que funcionan localmente. En Surinam, el desafío de los planos lodosos en constante movimiento se aborda salvaguardando casi toda la costa, ya sea como reserva natural o como área protegida de uso múltiple. “La instalación de estructuras de captura de sedimentos y la plantación de manglares están revirtiendo con éxito la erosión, y los sedimentos recientemente restaurados atraen a las aves playeras”, dice Lesterhuis. Los conteos aquí durante el año pasado han alcanzado picos de 38.023 Playeritos Semipalmados, 2.978 Pitotoi Chico, y 1.750 Playeritos Enanos.
WHSRN/RHRAP también está pensando en el futuro trabajando para garantizar que la conservación de las aves playeras y los planos lodosos se incorporen a los planes de los gobiernos y las grandes empresas. A diferencia de la vecina Guayana Francesa, donde se han abandonado los proyectos petroleros en alta mar, Surinam planea extraer petróleo para el 2025. Lesterhuis añade: “WHSRN/RHRAP espera formar parte de la conversación para evitar daños a los planos lodosos utilizados por millones de aves playeras”.
Pienso en las palabras de Lesterhuis – y en la dedicación mostrada por aquellos involucrados con WHSRN/RHRAP a través de las Américas – mientras tomo un cubo lleno de lodo espeso del plano lodoso y contemplo un mini universo de pequeños gusanos, crustáceos, y más. He llegado a apreciar cómo la mezcla fangosa representa una buena noticia para las aves playeras hambrientas que se preparan para enfrentar las difíciles migraciones. Ese olor que se eleva de mis pies ya no parece sulfúrico, sino fragante.
Foto de Portada: Playerito Semipalmeado. Foto: Manomet.