Así como conectan todo un continente a lo largo de su ciclo de vida anual, los falaropos también conectan a las personas que en él habitan. Su ciclo de vida anual depende de la integridad y la conservación de sus sitios de reproducción, descanso, alimentación y de áreas no reproductivas que se encuentran separadas entre sí en muchas ocasiones por miles de kilómetros, formando una delicada red que sostiene la vida de éstas y de tantas otras especies de aves playeras migratorias. Cada vez más redes biológicas necesitan de una red social que las proteja y trabaje para asegurar su futuro – que fue el objetivo principal de una reunión de trabajo en el Lago Mono, California en junio 2019.
La reunión congregó un grupo de investigadores e integrantes de 15 agencias gubernamentales y ONGs provenientes de ocho países del continente americano para conversar sobre las necesidades de investigación y conservación más urgentes para dos de las especies de falaropos: Phalaropus tricolor y Phalaropus lobatus. La reunión se llevó a cabo durante los días 19 y 20 de Junio de 2019 en Lee Vining, California, en las costas del Lago Mono. Este gran mar interior se encuentra dentro de una cuenca cerrada rodeada por las montañas de Sierra Nevada y la Gran Cuenca. Las aguas naturalmente salinas de Mono Lake brindan abundante alimento para una gran cantidad de aves residentes y migratorias, razón por la cual fue reconocido por la RHRAP como sitio de importancia internacional en Septiembre de 1990. Claro que la selección de este sitio para la reunión de trabajo no fue casual. Las especies migratorias más abundantes que utilizan este sitio son justamente el Falaropo Común (Phalaropus tricolor) y el Falaropo Cuello Rojo (Phalaropus lobatus)!
Izquierda: Un Falaropo Común (Phalaropus tricolor) nada en el Sitio WHSRN Cheyenne Bottoms, en el estado de Kansas, EEUU. Foto: Monica Iglecia. Derecha: Un Falaropo Cuello Rojo (Phalaropus lobatus) en su área de reproducción en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en el estado de Alaska, EEUU. Foto: Brad Winn.
Ryan Carle (del ONG Oikonos) y Margaret Rubega (Universidad de Connecticut) fueron los organizadores del encuentro. Ambos han pasado años de sus vidas en las costas del Lago Mono, realizando investigaciones y observaciones sobre estas dos especies de falaropos. Gracias a su iniciativa, durante dos días se trabajó de manera intensiva discutiendo cuáles son las principales amenazas a las cuales están expuestas las especies y definiendo cuáles son las acciones prioritarias de investigación y conservación que se deben llevar adelante para asegurar su futuro.
Sin dudas, el principal punto a trabajar es la necesidad de completar los enormes vacíos de información que existen actualmente para ambas especies. Sin certezas sobre aspectos claves como tendencias poblacionales actuales, composición de dieta en diferentes momentos del ciclo anual, tiempos migratorios y principales sitios utilizados a lo largo de toda su ruta migratoria, es muy difícil poder determinar acciones de conservación inmediatas que tengan impacto positivo en las poblaciones de falaropos. Más aun, y siendo extremadamente optimistas, esa información es importante para determinar si dichas acciones de conservación son necesarias, o si ambas especies podrían contarse dentro de las pocas excepciones de aves playeras cuyas poblaciones no experimentaron retrocesos en los últimos años.
Las torres de piedra caliza del Lago Mono, con las montañas de la Sierra Nevada al fondo. Foto: Melissa Gabrielson.
Dicho vacío de información está dado en parte por las particularidades de ambas especies, que representan un desafío a la hora de trabajar a campo. A diferencia del resto de las aves playeras, los falaropos son altamente acuáticos y raramente se los observa en las costas, (principalmente P. lobatus, que pasan el invierno boreal en alta mar). Son altamente móviles, principalmente en el caso de P. tricolor que utiliza diferentes sitios alternando con frecuencia entre ellos dentro de una misma temporada. Ambas son aves muy pequeñas y se congregan en grupos de miles de individuos. Su captura es extremadamente difícil, y su pequeño tamaño dificulta la posibilidad de rastrear sus movimientos al limitar el uso de dispositivos tanto por su peso como por su necesidad de re-captura para recuperar la información.
Una bandada grande de Falaropo Común en el Lago Mono. Foto: Marie Read.
Diferentes ideas para abordar estas dificultades ocuparon gran parte del tiempo de debate, que fue muy productivo por contar con profesionales de diferentes áreas, aportando cada uno diferentes enfoques. Las cinco principales conclusiones a las que llegó e grupo de trabajo fueron: necesidad de generar una red de trabajo internacional, con protocolos de trabajo compartidos; trabajar en la determinación del estado poblacional actual de ambas especies; llevar adelante estimaciones de abundancia de manera consistente en los diferentes sitios y trabajar en la confianza de nuestras estimaciones; trabajar de manera coordinada realizando conteos simultáneos a lo largo del continente; generar y gestionar una base de datos compartida; trabajar para lograr la creación de una red de detección MOTUS que permita entender mejor sus migraciones, tiempos de permanencia y tasa de rotaciones en diferentes sitios; continuar con investigaciones sobre aspectos claves, entre los que se destacan: selección de hábitat, composición de dieta y efecto de las diferentes amenazas a las que se encuentran expuestas las especies a lo largo de su ciclo de vida anual.
Los participantes de la reunión exploran el Lago Mono en canoa. Foto: Ryan Carle.
Pero sin duda, el resultado más importante de esta reunión fue la creación de un grupo de trabajo compuesto por personas motivadas por un mismo interés: la conservación de los falaropos y sus hábitats. Mucho queda por hacer, el recorrido hacia la meta recién empieza. Pero todos los recorridos han comenzado con un primer paso! Y no hay mejor primer paso que el que se da en grupo: sumar ideas, recursos y energías. Juntos y conectados podemos lograr mucho más.
Miembros del recientemente formado Grupo Internacional de Trabajo de Falaropos, durante la primera reunión del grupo en Mono Lake, California. Foto: Ryan Carle.
Para obtener más información, visita a http://oikonos.org/shorebird-conservation/
Foto de portada: Bandada de Falaropo Común en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Quivira, en el estado de Kansas, EEUU. Foto: Maina Handmaker.