Al sur de Honduras en el departamento de Valle, se encuentra Salinera Santa Alejandra, este es el sitio donde yo crecí, aprendiendo de sal, manglares y de animales que viven y nos visitan en diferentes temporadas del año. La naturaleza siempre ha sido parte de mi vida y protegerla es una misión importante para mí.
Hace ocho años cuando descubrí pequeños nidos, hechos con caracoles, pequeñas rocas y ramas, y que contenían 3-4 huevos, que eran vigilados por padres dispuestos a dar pelea por protegerlos, fue mi primera interacción con las aves playeras, gracias a este comportamiento fue que quise aprender más de estas aves, que anidan siempre al inicio de las lluvias en las orillas de las lagunas de las salineras. Empecé a monitorear mes a mes las lagunas en busca de nidos o polluelos y esperaba que todos lograran nacer, poco a poco me di cuenta que las actividades humanas siempre tienen un impacto en cualquier ecosistema y por ende en las especies que ahí viven.
Polluelos y macho de Chorlito piquigrueso (Charadrius wilsonia) en las orillas de las lagunas. Foto: Julia Salazar
Siempre he pensado que la conservación debe ir ligada a cualquier actividad humana, sobre todo las actividades productivas. Por eso decidí comenzar un programa de conservación y educación ambiental en la salinera de mi papá y dar un giro importante para la sal.
No fue un comienzo fácil, ya que un productor tiene en su mente producir e incrementar ganancias, y para él no era claro dónde entraba la conservación. Entonces, necesitaba una estrategia que fuera llamativa y representara un beneficio para el productor, pero sobre todo que tuviera el impacto esperado. Desde que me encontraba en la escuela era consciente que casi nadie sabía de dónde venía ni cómo se producía la sal, así que decidí primero contar esa historia.
Inicié dándole publicidad a la salinera en las redes sociales, tomando fotografías de la producción, de animales y plantas que encontraba en la salinera, esto llamó la atención de escuelas y universidades que pronto nos comenzaron a visitar.
Fue así, como comprendí que había una gran oportunidad para la educación ambiental, al promover giras educativas por la salinera, donde los estudiantes podrían vivir una experiencia única, al ver la producción de sal artesanal o los imponentes manglares y a las aves alimentándose en las lagunas a pocos metros, sin ningún temor. Desde entonces soy la guía encargada de los recorridos, les cuento sobre la historia de la sal en mi familia, cómo producimos nuestra sal y cómo trabajamos para proteger nuestros manglares y las aves playeras. Sin duda, creé un servicio alternativo para la salinera, pero a su vez me esmero porque cada alumno que se vaya de la salinera lleve consigo historias y conocimientos nuevos que puedan motivarle a aprender y conocer más de nuestros ecosistemas. En Honduras no existe una cultura de conservación y creo que necesitamos desesperadamente comenzar a conocer las riquezas naturales que nuestro país tiene, para que más personas se sumen a la tarea de conservar.
Izquierda: Productor y dueño de Salinera Santa Alejandra explicando a jóvenes universitarios los procesos de medición de salinidad durante gira educativa. Derecha: Visita de estudiantes de colegio del interior del país. Fotos: Julia Salazar
Ahora, mi papá como productor es un promotor de las aves playeras, tiene una mentalidad diferente y participa de los recorridos, dándoles la bienvenida a los estudiantes y mostrándoles la empresa que fundó su padre. Cuando le damos la oportunidad al productor de ser parte de estas iniciativas y de mostrarles el asombro y la curiosidad de muchos por el trabajo que hacen, estamos abriendo caminos importantes para sumar a la conservación a los sectores productivos de Honduras. Este es un paso importante para crear alianzas y unir esfuerzos con la visión de los productores sin olvidarnos de sus necesidades, pero de una manera más sostenible y amigable con las aves playeras y nuestros ecosistemas.
Actualmente trabajamos en la creación de un pequeño libro de la salinera llamado “Sal para la Conservación” que busca promover a las aves playeras desde el sector productivo de la sal, fomentando la producción sostenible de este producto tan esencial para los humanos en todo el mundo. Continuamos con los recorridos y hemos cambiado la imagen de la empresa, por una que represente todas nuestras actividades orientadas al turismo educativo y científico, las aves playeras y la historia de nuestra sal.
Foto de Portada: Panorámica de atardecer en Salinera Santa Alejandra y lagunas donde anidan y se alimentan las aves playeras. Foto: Julia Salazar