En lugar de blindar nuestras costas, debemos ayudar a las personas y a las aves playeras por igual recurriendo a las costas vivas para fortalecer la resiliencia al aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos.
Por: James Lowen
Colocando su trono en la orilla del mar, Canuto el Grande ordenó a la marea entrante que se detuviera. Sabía que no lo haría. El rey del siglo 11 de Inglaterra, Dinamarca y Noruega – cuyo nombre es honrado hoy en día por el Playero Rojizo (Calidris canutus) – estaba ilustrando los límites del poder humano cuando se enfrentaba a los poderosos elementos de la naturaleza. Que todas las personas vean – según se informa – cuán vacío e inútil es el poder de los reyes. Un milenio después las palabras de Canuto se hacen realidad, cuando las personas y la vida silvestre que viven a lo largo de las costas se ven inundadas por el aumento del nivel del mar y golpeadas por intensas tormentas. Sin embargo, es alentador las señales existentes de que finalmente estamos entendiendo que trabajar con la naturaleza, en lugar de contra ella, puede fortalecer la resiliencia costera.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), en este siglo las inundaciones por mareas han aumentado en un promedio del 233% en los Estados Unidos (EE. UU). Lo peor está por venir: la NOAA prevé que el nivel del mar aumentará tanto en los próximos 20 años como lo ha hecho en los últimos 60 años. Debido a que las costas son tan importantes para las comunidades humanas, su gran susceptibilidad a las inundaciones, la erosión y la sedimentación impone costos deslumbrantes. Desde 1980, la NOAA calcula que el costo total y el daño de 308 desastres meteorológicos y climáticos en los Estados Unidos han superado los USD$ 2,3 trillones. Durante la década de 1980, hubo tres eventos en promedio por año, con un costo de USD$ 19 billones. Desde el 2016 al 2020, esos promedios anuales aumentaron a 16 desastres que costaron USD$ 128 billones. Este aumento en el costo de los desastres climáticos ha llevado a los estados y ciudades de Estados Unidos a invertir billones en planes de protección costera.
En este siglo las inundaciones por mareas han aumentado en un promedio del 233% en los Estados Unidos, con el nivel del mar aumentará tanto en los próximos 20 años como lo ha hecho en los últimos 60 años.
En otros lugares, las apuestas pueden ser aún mayores. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la mayoría de las personas en América Latina y el Caribe habitan las zonas costeras. En la isla Punta Soldado en Colombia, Johann K. Delgado del Laboratorio de Ornitología de Cornell explica que “hemos perdido 600 metros de costa desde la década de 1980, particularmente después de grandes eventos como El Niño, obligando a las comunidades locales a reubicarse al menos tres veces”. Las cosas empeorarán: para el 2100, dice Johann, “los incidentes por inundaciones que ocurren una vez por década podrían tornarse mensuales”.
No son solo las comunidades humanas las que perderán sus hogares; las aves playeras también lo harán. El aumento del nivel del mar en Punta Soldado, dice Johann, “ha modificado los hábitats utilizados por miles de aves playeras”. Un estudio sugirió que el aumento global del nivel del mar de 34 cm para el 2100 – más bajo que otros escenarios – podría eliminar el 70 por ciento del hábitat de alimentación intermareal del sur de la bahía de San Francisco (EE. UU) un sitio de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN, por sus siglas en inglés). Esto se combina con el desarrollo de infraestructura que ha reducido los paisajes costeros y la defensa de las costas impidiendo la migración y la recuperación de los hábitats naturales. Las aves playeras están siendo exprimidas.
El aumento global del nivel del mar de 34 cm para el 2100 podría eliminar el 70 por ciento del hábitat de alimentación intermareal del sur de la bahía de San Francisco.
Durante décadas, frenar la ira del mar ha implicado típicamente la construcción de estructuras “duras” o “grises” para mantener el agua afuera – blindando las costas con diques, rompeolas y mamparos. Existe una mayor comprensión de que los límites abruptos entre la tierra y el agua pueden empeorar las cosas – exacerbando la vulnerabilidad al interrumpir los procesos ambientales críticos, al mismo tiempo que privan a la vida silvestre de su espacio vital.
Las alternativas al endurecimiento de las costas constituyen un conjunto de herramientas flexible y variado. Por ejemplo, las políticas de planificación pueden limitar el desarrollo costero. El Banco Interamericano de Desarrollo considera que “las políticas del mar ofrecen un potencial considerable”. Implementada en Canadá, Costa Rica y Barbados, una política de mar prohíbe el desarrollo dentro de una distancia específica del mar, lo que facilita el espacio para que el aumento del nivel del mar desplace su límite de marea alta hacia el interior.
Las servidumbres de conservación también ayudan. Estos son acuerdos legalmente vinculantes que prohíben desarrollos específicos, incluso si cambia la propiedad. En el sitio WHSRN las islas de barrera Maryland-Virginia (EE.UU.), The Nature Conservancy (TNC) maneja 70 servidumbres en su Reserva Costera Volgenau Virginia (VVCR, por sus siglas en inglés). Combinado con las extensas tierras que TNC y otros poseen, unas 5.260 hectáreas de servidumbres de conservación privadas “contribuyen significativamente a la resiliencia general de este paisaje” al tiempo que “protegen los pantanos y las marismas que son importantes para las aves playeras”, dice Alexandra Wilke de TNC.
La infraestructura dura utilizada para proteger una carretera separa la marisma salada de las playas arenosas, impidiendo la migración natural. Foto: Laura Chamberlin
La compra de tierras también ha sido clave en la bahía de Delaware (EE.UU.), un sitio WHSRN de importancia internacional para las aves playeras migratorias, incluyendo el Playero Rojizo. Aquí un aumento de 2,5 centímetros en los niveles de las mareas puede extender temporalmente el agua a 300 metros tierra adentro. Las autoridades estatales de Delaware, The Conservation Fund y sus socios poseen gran parte de Mispillion Harbor en las costas de la Bahía, buscando prevenir el desarrollo costero potencialmente dañino. El estado de Delaware también ha invertido USD$ 8 millones para restaurar las costas después de los daños causados por tormentas costeras como el huracán Sandy en el 2012. En el 2018, el senador Tom Carper enfatizó que “el dinero se utilizó bien. No solo arreglamos el daño, creamos un plan a largo plazo para mitigar el daño de futuras tormentas”.
Restringir la ubicación de las nuevas construcciones es una cosa, pero ¿qué se puede hacer cuando el desarrollo existente regularmente está en peligro por el incremento de las tormentas costeras – incluso antes de que el aumento del nivel del mar ocurra? Una opción es relocalizar a las personas de las áreas susceptibles – comprando sus propiedades. En el 2019, Associated Press calculó que las autoridades estadounidenses invirtieron USD$ 5 billones en tres décadas para comprar decenas de miles de casas propensas a inundaciones.
Con 2.900 kilómetros de costa de marea y 80.000 hectáreas de humedales de marea, las comunidades de Nueva Jersey son notablemente vulnerables (EE.UU.). Desde el 2013 hasta principios del 2021, el programa estatal Blue Acres llegó a acuerdos con 827 propietarios de viviendas en veinte municipios. Las autoridades estatales se han comprometido a expandir Blue Acres, ofreciendo una solución a los propietarios de viviendas propensas a inundaciones donde enmendar con ingeniería es poco práctica o demasiado cara. Esto tiene sentido: la Unión de Científicos Preocupados proyecta que 62.000 hogares de Nueva Jersey corren el riesgo de inundaciones crónicas para el 2050. El hábitat de la vida silvestre también sufrirá: en la Estrategia de Resiliencia al Cambio Climático del estado, los funcionarios admiten que el aumento del nivel del mar de 30-60 centímetros para el 2050 podría destruir el 28 por ciento de las marismas de marea saladas. “Diseñar nuestra salida de esto en todas las áreas no es un pensamiento que valga la pena”, argumentó David Rosenblatt de Nueva Jersey en el lanzamiento de la Estrategia.
Soluciones para la estabilización de la línea costera basadas en la naturaleza, que incorpora vegetación u otros elementos vivos, aumentan la resistencia de la costa y proporciona hábitats para la fauna, al tiempo que permite la migración natural de las zonas pantanosas y marismas. Las infraestructuras duras cortan la interacción natural de la tierra y el agua, limitando el hábitat de la fauna y los beneficios de las marismas para la gestión de las inundaciones. Gráfico creado por Vi Ramirez, Manomet.
Tales sentimientos no han impedido que las personas piensen de manera diferente sobre la ingeniería costera. En el lado oeste de la bahía de Delaware, una solución innovadora es impulsada por la pérdida de embalses (cuerpos de agua costeros), que se dañaron cuando el mar rompió las dunas de barrera. En respuesta, el Estado de Delaware está construyendo dos nuevos embalses para crear un humedal de 34 hectáreas en el Área de Vida Silvestre Ted Harvey. El desplazamiento de los hábitats costeros hacia el interior y “cuesta arriba” proporciona un hábitat de descanso y alimentación climáticamente inteligente para las aves playeras a su vez con beneficios para las personas. Se permitirá que otro embalse se convierta parcialmente en marisma, amortiguando así los impactos del aumento del nivel del mar.
Tratar las marismas saladas como una herramienta ilustra que las ‘costas vivas’ – estabilización de la costa basada en la naturaleza que incorpora vegetación u otros elementos vivos – pueden fortalecer la resiliencia costera. Según la NOAA, las costas vivas “mantienen la continuidad de la interfaz natural tierra-agua y reducen la erosión al tiempo que proporcionan valor al hábitat y mejoran la resiliencia costera”.
Este enfoque está siendo ampliamente adoptado. En la isla de Aramburu (California, EE. UU.), los conservacionistas rechazaron los métodos tradicionales duros de ‘proteger’ las costas en favor de métodos de ingeniería blanda que disipan (en lugar de reflejar) la energía de las olas. Los micro rompeolas de troncos de eucalipto y las costas de ángulo bajo redujeron la erosión, mientras que los desechos leñosos proporcionaron la estructura del hábitat y las perchas. En un año, miles de aves playeras, incluyendo el Chorlo Ártico (Pluvialis squatarola) y el Ostrero Negro Norteamericano (Haematopus bachmani), estaban disfrutando de marismas y pantanos mejorados. Para Julia Kelly y Danielle Montijo de la National Audubon Society, “se espera que las modificaciones permitan que los hábitats de la isla se adapten al aumento previsto del nivel del mar”.
La madera también se está utilizando en Punta Soldado, Colombia. Johann espera que una “barrera piloto de madera proteja la vegetación costera y mejore la sedimentación, recuperando áreas clave para las aves playeras y la comunidad”. En Surinam, los manglares ofrecen una solución. En Weg Naar Zee, parte de un sitio WHSRN, la erosión costera y la tala de manglares eliminaron el lodo blando favorecido por aves playeras como el Pitotoi Chico (Tringa flavipes), cuya población local disminuyó dramáticamente. “La instalación de estructuras que atrapan sedimentos y la plantación de manglares”, dice Arne Lesterhuis de Manomet, “ayudaron a revertir la erosión – beneficiando a las aves playeras y estabilizando la costa”.
Izquierda: Un arrecife de ostras artificial sustituye a los arrecifes de ostras naturales desaparecidos hace tiempo, proporcionando un hábitat para la fauna y frenando la erosión mediante la atenuación de las olas y la captura de sedimentos. Foto: Damon Noe, The Nature Conservancy. Derecha: Las estructuras de retención de sedimentos con plantaciones de manglares en el sitio RHRAP / WHSRN Bigi Pan se utilizan para frenar la erosión y estabilizar la costa. Photo: Arne Lesterhuis.
En VVCR, TNC “ha estado restaurando arrecifes de ostras durante décadas, pero solo recientemente esto ha sido “reconocido y priorizado como una estrategia importante para que las comunidades locales se adapten al cambio climático”, dice Alex. TNC está utilizando técnicas y sustratos innovadores para construir arrecifes de ostras diseñados estratégicamente para amortiguar las costas de la energía de las olas”, continúa, “disminuyendo la tasa de erosión a lo largo de los bordes de los pantanos y protegiendo las comunidades humanas y el hábitat adyacente”. Como destacó Alex, VVCR puede servir como modelo de cómo la conservación puede ayudar a las comunidades humanas y naturales a adaptarse y ser más resilientes”.
El aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos crean una alianza inesperada de necesidades: la resiliencia costera para las comunidades y las aves playeras. A pesar de que el factor impulsor de este cambio climático es el ser humano, la naturaleza proporcionará las soluciones. Desde planificadores y políticos, ingenieros hasta ecologistas, las personas comprenden cada vez más que una separación dura y rápida de la tierra del agua no proporciona una solución a largo plazo y los ecosistemas costeros pueden ofrecer defensa contra las inundaciones. Invertir en soluciones basadas en la naturaleza abarca los límites del poder humano que el rey Canuto reconoció hace muchos años.
Las islas barrera (sin infraestructuras) son una parte importante de un litoral dinámico y con capacidad de adaptación, en el que la arena y las marismas se desplazan por la fuerza de las olas, protegiendo las tierras altas.