No ‘Temporada Baja’ para la conservación de aves playeras

Este artículo fue publicado por primera vez en el boletín de noticias de Manomet

Normalmente durante el mes de junio, el personal del Programa de Recuperación de Aves Playeras de Manomet estaría coordinando múltiples equipos de biólogos de campo para llevar a cabo, en condiciones difíciles y a veces incluso peligrosas, una investigación crítica sobre las aves playeras que se reproducen en el Ártico.

Desafortunadamente, la peligrosa pandemia de COVID-19 ha impedido la investigación en el Ártico este año—el riesgo de viajar a áreas remotas con instalaciones médicas limitadas y de llevar COVID-19 a las comunidades indígenas era muy grande. Muchas de las aves focales de la investigación, como el Chorlo Dorado Americano (Pluvialis dominica) y el Playero Rojizo (Calidris canutus rufa), aprovechan al máximo la pequeña ventana del verano ártico para reproducirse. Aún así, pasan la mayor parte del año en “zonas de invernada” en el sur de América del Sur durante el verano austral. Por lo que, las aves playeras que se reproducen en el Ártico viven en un verano perpetuo.

Estas “zonas de invernada” para las aves playeras que se reproducen en el Ártico, proveen un hogar durante todo el año para muchas de la aves que se reproducen en la Patagonia. Mientras que las aves que se reproducen en el Ártico disfrutan de los beneficios de los largos días de verano, sus contrapartes del sur enfrentan el duro invierno patagónico.

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Chorlo de Magallanes (Pluvianellus socialis) en Patagonia. Foto: Brad Winn

Quizás el más carismático y enigmático de todas las aves playeras que se reproducen en la Patagonia es el Chorlo de Magallanes (Pluvianellus socialis). Tiene una forma parecida a un vuelvepiedras, su suave plumaje gris y blanco contrasta con los ojos y las patas de color rosado. Esta ave sólo tiene áreas de reproducción en el extremo sur de América del Sur, las parejas se reproducen alrededor de las lagunas interiores, y es la única ave playera que alimenta a sus crías por regurgitación. Durante el invierno austral (es decir, ahora) la mayoría de los Chorlos de Magallanes se trasladan a la costa, donde pueden congregarse en estuarios como el del río Gallegos en el sur de la provincia de Santa Cruz, Argentina. Los conteos de hasta 190 aves representan más del 10% de la población mundial de la especie. Debido a esto, el estuario del río Gallegos se convirtió en el primer sitio dentro de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN, por sus siglas en inglés) en ser designado para una especie de ave playera que se reproduce en América del Sur.

Las afinidades taxonómicas del Chorlo de Magallanes no están claras, pero parece estar estrechamente relacionado con un ave playera aún más extraña, una con la apariencia de una paloma blanca robusta, la Paloma Antártica (Chionus albus). La Paloma Antártica es la única especie de ave playera que se reproduce en la Antártida y las islas subantárticas, donde se alimenta de las crías recién nacidas y muertas en las colonias de focas, y también aterroriza a las crías de pingüinos. En el invierno austral, muchas Palomas Antártica se trasladan al norte a las costas del sur de Sudamérica, a sitios como la Reserva Costa Atlántica de Tierra del Fuego, un sitio WHSRN designado por su importancia para el Playero Rojizo rufa y la Becasa de Mar (Limosa haemastica). Aunque todavía no existe un sitio WHSRN para la Paloma Antártica, los números que ocurren en varios sitios en la Patagonia probablemente sean suficientes para calificar— solo 200 Palomas Antártica representan el 1% de la población mundial de la especie.

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Paloma Antártica. Fotos: Monica Iglecia (Izq.) and Pablo Petracci (Der.).

Lejos de la costa, el Chorlitejo Cabezón (Oreopholus ruficollis) con su garganta rojiza distintiva y la cual le otorga su nombre en inglés “Tawny-throated Dotterel” se reproduce en pastizales dispersos en la estepa patagónica, migrando durante el invierno austral hacia el norte hasta las Pampas del centro de Argentina y el sur de Uruguay. Aquí ocurre en los mismos hábitats, incluso en los mismos campos que el Playerito Canela (Calidris subruficollis) y el Chorlo Dorado Americano (Pluvialis dominica), aunque separados por las temporadas (aunque a veces solo por una cuestión de semanas) La especie se encuentra en varios sitios WHSRN designados para estas dos aves que se reproducen en el Ártico, incluyendo la Laguna de Rocha en Uruguay, y la Estancia Medaland en la provincia de Buenos Aires, Argentina (designada tanto por el Playerito Canela como por el Chorlitejo Cabezón).

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Chorlitejo Cabezón en el sitio WHSRN Río Gallegos. Foto: Monica Iglecia

Muchas de las amenazas a las aves que se reproducen en el Ártico en sus zonas de invernada también ponen en peligro a las especies patagónicas. La pérdida de hábitats intermareales amenaza tanto al Playero Rojizo rufa como al Chorlo de Magallanes. La perturbación a las aves que se alimentan y a las que descansan afecta tanto a la Becasa de Mar como a la Paloma Antártica. De hecho, con las horas limitadas de luz y el clima severo durante el invierno patagónico, los impactos de las perturbaciones en la Paloma Antártica y el Chorlo de Magallanes pueden ser mucho más significativos que para los visitantes del Ártico durante los meses de verano. Y finalmente, la pérdida y degradación de los pastizales de las pampas pone en riesgo a las aves que se reproducen en el Ártico y en la Patagonia.

Las aves playeras revelan cuán interconectado está nuestro mundo: en el transcurso de un año, un humedal costero en la Patagonia puede desempeñar un papel fundamental para la supervivencia de las aves que se reproducen localmente, en el Ártico o en la Antártida. No existe una “temporada baja” para la conservación de las aves playeras. La Conservación de las Aves Playeras No tiene una ‘Temporada Baja’

Foto de portada: grupo de Chorlo Dorado Americano en Manitoba, Canadá. Foto: Monica Iglecia.